Enfermedades psicosomaticas del aparato digestivo

Trastorno psicosomático
Los factores psicosociales influyen en la forma de experimentar e interpretar los síntomas, modifican el comportamiento ante la enfermedad y pueden influir en el tratamiento. Sin embargo, no tienen ningún valor diagnóstico en los trastornos gastrointestinales funcionales; si se tiene ansiedad, se puede seguir padeciendo una enfermedad orgánica.
Se ha demostrado que no hay mayores alteraciones psicológicas en los sujetos con síndrome del intestino irritable (SII) que en la población general. Incluso en la década de 1980, Sandleret al descubrieron que centrarse en los síntomas era uno de los principales factores que hacían que los pacientes con disfunción intestinal acudieran al médico.1 Estudios posteriores confirmaron el hallazgo de que los factores psicológicos se asocian al estado del paciente más que el propio trastorno intestinal.2 Estos hallazgos no se confirmaron en un estudio australiano basado en la población3 que, sin embargo, era una encuesta postal que utilizaba cuestionarios autoadministrados. En un estudio británico, el dolor abdominal y la diarrea diferenciaron a los consultantes de los no consultantes con síntomas de SII.4
El estómago y el cerebro trabajan juntos
Las funciones gastrointestinales como la ingesta de alimentos, el peristaltismo propulsivo, la inhibición del reflujo, la secreción, la digestión y la defecación están controladas por un complejo sistema neurohumoral autónomo, influido por impulsos corticales superiores. El estrés vital puede modular estos impulsos y provocar así dos tipos de reacciones gastrointestinales. Las reacciones psicofisiológicas implican acentuaciones, inhibiciones o distorsiones del patrón de funcionamiento de los órganos gastrointestinales sin cambios en su estructura. Ejemplos de este tipo de reacción suelen ser la acentuación dolorosa de los movimientos intestinales en pacientes con el síndrome del intestino irritable y el aumento de la secreción gástrica provocado por el estrés emocional. Las reacciones psicosomáticas provocan cambios morfológicos en el órgano final, por ejemplo, la activación de la úlcera péptica o la colitis ulcerosa. Las reacciones psicofisiológicas pueden ser importantes en la aparición de síntomas en algunas enfermedades funcionales, por ejemplo, en el síndrome del intestino irritable. Estos pacientes necesitan el apoyo del médico, pero la terapia psiquiátrica específica sólo es necesaria en casos con psicopatología grave, por ejemplo en pacientes con anorexia nerviosa. El papel de las reacciones psicosomáticas en el desarrollo de enfermedades gastrointestinales orgánicas sigue sin estar claro, al igual que el valor de la terapia psiquiátrica específica en el tratamiento de enfermedades como la úlcera péptica o la colitis ulcerosa. Si este tipo de terapia tiene algún efecto, es posible que se dirija principalmente a los síntomas subjetivos.
Estrés intestinal
(a)Ingresados en el Departamento de Gastroenterología del Hospital de Xiangya y dados de alta con el primer diagnóstico de enfermedades digestivas entre noviembre de 2017 y junio de 2018(b)De acuerdo en aceptar la encuesta(c)Con sentido de la autonomía, sin retraso mental y capaces de completar el cuestionarioLos criterios de exclusión fueron los siguientes:
(a)No poder completar el estudio debido a una enfermedad física o mental grave(b)No poder completar el cuestionarioEn base a estos criterios, finalmente se incluyeron en el estudio un total de 1186 pacientes. Se obtuvo el consentimiento informado de quienes cumplían los criterios de inclusión, y el diseño de la investigación fue aprobado por el Comité de Ética del Hospital Xiangya de la Universidad Central del Sur. Diseño del estudio y recopilación de datosSe trata de un estudio transversal basado en el Departamento de Gastroenterología del Hospital Xiangya de la Universidad Central del Sur. Durante el período comprendido entre noviembre de 2017 y junio de 2018, todos los participantes fueron informados por el personal médico pertinente (a través de un entrenamiento unificado) en la sala y se les proporcionó una entrevista cara a cara para completar los cuestionarios. Todas las preguntas son principalmente autocompletadas, mientras que los sujetos que no pudieron completar de forma independiente fueron asistidos por los investigadores. La calidad de las encuestas se garantizó mediante el método de control de calidad in situ.La información del cuestionario incluye principalmente lo siguiente:
Depresión y problemas gastrointestinales
La conexión intestino-cerebro no es ninguna broma; puede relacionar la ansiedad con problemas estomacales y viceversa. ¿Ha tenido alguna vez una experiencia "visceral"? ¿Ciertas situaciones le producen "náuseas"? ¿Alguna vez ha sentido "mariposas" en el estómago? Utilizamos estas expresiones por una razón. El tracto gastrointestinal es sensible a las emociones. Ira, ansiedad, tristeza, euforia... todos estos sentimientos (y otros) pueden desencadenar síntomas en el intestino.
El cerebro tiene un efecto directo sobre el estómago y los intestinos. Por ejemplo, la sola idea de comer puede liberar los jugos gástricos antes de que llegue la comida. Esta conexión es bidireccional. Un intestino con problemas puede enviar señales al cerebro, del mismo modo que un cerebro con problemas puede enviar señales al intestino. Por lo tanto, el malestar estomacal o intestinal de una persona puede ser la causa o el producto de la ansiedad, el estrés o la depresión. Esto se debe a que el cerebro y el sistema gastrointestinal están íntimamente conectados.
Esto es especialmente cierto en los casos en que una persona experimenta malestar gastrointestinal sin causa física evidente. En el caso de estos trastornos gastrointestinales funcionales, es difícil tratar de curar un intestino afectado sin tener en cuenta el papel del estrés y las emociones.